Edición Especial 2004

Ámbar

Ámbar fuente... de imaginación para mitos y hombres

Desde sus orígenes, el ámbar ha sido un estímulo para la imaginación de los hombres. La mitología clásica recoge cómo, tras la muerte de Phaethon, hijo del dios del sol, sus hermanas, compungidas por la muerte de su hermano, se convirtieron en álamos negros que lloraban lágrimas de ámbar.

No debemos olvidar que todas las leyendas nacen de una realidad. Hace aproximadamente 45 millones de años toda la zona que hoy conocemos como los Países Bálticos estaba cubierta por bosques subtropicales. La resina producida por los árboles, una vez depositada en el suelo, se consolidaba y se transformaba en la materia hoy conocida como ámbar. Por las tonalidades tan naturales que adopta, desde el amarillo claro al amarillo dorado, el ámbar nos recuerda al sol. Sus cálidos matices, en ocasiones más claros o más oscuros, otorgan a esta piedra una especial y singular belleza. Otra de las peculiaridades de este elemento es que es altamente inflamable, de ahí su denominación en alemán “Bernstein”, cuyo significado se deriva de la palabra quemar (“brennen”).

Utilizado como joya casi desde su descubrimiento, se convirtió en patrimonio nacional de Prusia en la Europa de los siglos XVII y XVIII. En esta época, los príncipes y reyes de Brandenburgo-Prusia utilizaban este material casi en exclusiva, encargando a maestros artesanos la realización de obras de arte y obsequios de lujo. Sin duda el regalo más original fue el excepcional Salón de Ámbar con que el rey Federico Guillermo I de Prusia obsequió al zar Pedro el Grande.

El arte de trabajar el ámbar

Por la gran diversidad de tonalidades que adopta, el ámbar ofrece infinitas posibilidades creativas guiando naturalmente a artistas, artesanos y arquitectos a la realización de obras maestras cada vez más complejas que culminan en el legendario Salón de Ámbar.

Entre 1701 y 1711 el rey Federico I de Prusia encargó a los maestros artesanos más famosos de la época la confección de valiosos revestimientos de ámbar para la pared del Salón. Fruto de esta obsesión por obtener el “papel de pared más caro del mundo” llevó al Estado al borde de la ruina.

Tras su muerte, su hijo y sucesor Federico Guillermo I regaló el Salón de Ámbar al zar Pedro el Grande. A partir de 1755, fecha en que el arquitecto italiano Bartolomeo Rastrelli se encargó de instalar el Salón en el Palacio de Catalina cercano a San Pertersburgo, la fama del Salón se propagó rápidamente, siendo conocido como la “octava maravilla del mundo” hasta su desaparición en la Segunda Guerra Mundial.

Hace veintiún años, y con el propósito de reconstruir esta obra maestra y hacerla renacer con su antiguo esplendor, se recurrió a los maestros artesanos más famosos de Rusia quienes, tras estudiar los complicadísimos métodos de trabajo de la época, consiguieron restablecer el Salón de Ámbar en el taller del museo del Palacio de Catalina.

Finamente hecho a mano   

Los anillos de ámbar del cuerpo tamaño mágnum de la pluma estilográfica Edición Especial 2004 llaman la atención por el extraordinario trabajo artesanal y técnico con que están realizados.

Para llevar a cabo esta delicada tarea, los más indicados eran los maestros artesanos más cualificados, los mismos que se encargaron de reconstruir el Salón de Ámbar del Palacio de Catalina. El director del taller, Boris Igdalov, se encargó personalmente del diseño de esta pluma, creando una obra de arte magnífica en la que el trabajo artesanal y la pasión por el detalle se funden a imagen y semejanza de la marquetería y el artesonado del incomparable Salón de Ámbar.

Pluma estilográfica en ámbar

Cada uno de los anillos de ámbar se trabaja y pule individualmente en el taller para combinarse después con anillos de platino.

La fusión de estos dos materiales produce un resultado fascinante, materializado en el juego de efectos entre el capuchón de platino y el cuerpo de ámbar: el metal noble frente a la piedra preciosa, la frialdad del metal frente a la calidez del ámbar, la precisión técnica frente a la naturaleza acuosa del ámbar.

Además de esta perfecta interacción entre el metal y la joya, es la calidad del trabajo artesanal y la textura y las tonalidades cambiantes de cada uno de los anillos de ámbar lo que convierte a cada pluma en un preciado artículo único y exclusivo, ideal para regalar o regalarse.

Extraordinaria presentación

Cada una de las plumas estilográficas Edición Especial 2004 está numerada y se presenta en un atractivo estuche de madera en color negro con una incrustación de ámbar en la tapa.

Dentro del estuche, se incluye un folleto informativo y un certificado de autenticidad con la firma personal de Boris Igdalov que garantiza la numeración de cada pieza y la fabricación del cuerpo en el taller de ámbar de San Petersburgo.

Excepcional en todos sus detalles

Su plumín bicolor de oro de 18 quilates confeccionado a mano está disponible en los trazos de escritura M, B y F. Mientras que el clip macizo de muelle permite una sujeción segura a los bolsillos de las distintas prendas de vestir, el tapón acabado en platino con anillo de ámbar engastado protege a la perfección el mecanismo de émbolo.

Limitada: 2.300 pluma estilográfica